Tantas y tantas veces te hemos hablado de los efectos de los rayos ultravioleta en la piel. Pero no son estos los únicos rayos dañinos del sol; la luz visible puede también causar manchas en el cutis.
La luz visible que nos rodea viene predominantemente del sol, pero cada vez es más habitual que nuestra piel reciba luz visible de otras fuentes como las pantallas de computadoras, las tablets o los celulares.
Se calcula que pasamos ante estos aparatos un mínimo de 6 horas al día. Teniendo esto en cuenta, ¿crees que la luz que emiten puede tener alguna consecuencia sobre tu piel?
Se conocen ciertos efectos de la luz azul sobre los receptores de los ojos y sus efectos negativos en el sueño y el ritmo circadiano. Respecto a la piel, existen numerosos trabajos de investigación que muestran la repercusión de la luz visible (especialmente la azul) sobre ella. Veamos cómo afecta la luz visible a tu piel:
SEQUEDAD
La luz azul puede hacer que la piel se seque, pues provocaría una disminución en las aquaporinas unas moléculas que ayudan a la piel a mantener su hidratación. Estas están implicadas en el metabolismo del glicerol de la epidermis. Si se reducen las aquaporinas, baja el glicerol y, por tanto, la capacidad de la piel de retener agua. Así se seca, lo cual es una característica del envejecimiento.
ARRUGAS
Es bien sabido que la luz visible produce envejecimiento de la piel, porque activa las metaloproteinasas que aceleran la destrucción del colágeno en la dermis. El mecanismo es muy similar al causado por los rayos UVA, de los que ya hemos hablado en varios post de nuestro Instagram.
Además, hay evidencia clara de que en concreto la luz azul puede provocar estrés oxidativo en las células de la piel. Como sabemos que el estrés oxidativo es causante de envejecimiento, tanto debido a los años como debido al sol, es posible por tanto que la luz azul también envejezca. Esto se ha demostrado en ratones y se ha visto que es claramente la azul, y no la luz roja ni la verde, la que tiene este efecto
MANCHAS
Sabemos también que la luz azul es capaz de inducir manchas en la piel. Recientemente se ha demostrado que una molécula llamada opsina 3 tiene que ver en este proceso. Lo curioso de las manchas causadas por luz azul es que son casi exclusivas de personas con fototipos a partir del III, es decir, con piel bastante morena. Además, se ha visto que la duración de estas manchas es mayor que la causada por lo UV.
La luz azul penetra en la piel
Los rayos cargados de energía de la luz azul penetran en profundidad en la piel, más que los rayos UV, y pueden dañar las células bajo la piel. Con ello se estimula la creación de radicales libres. Éstos pueden romper las estructuras celulares a largo plazo. Y como consecuencia, disminuye la elasticidad de la piel. En especial en las zonas de la barbilla y los pómulos se eleva el riesgo de manchas de pigmentación y arruguitas. Por ello se está pre-programando un envejecimiento prematuro de la piel. Las consecuencias de la luz azul se relacionan con el término “Digital Aging” – envejecimiento digital.
¿Qué puedo hacer al respecto?
En primer lugar, no olvides utilizar un protector solar. ¡Busca uno que ofrezca protección completa! Contra rayos UVB, UVA y luz visible. (Nuestros protectores solares SHIELD y el PINK STICK ofrecen protección completa)
¿Y en conclusión?
Está claro que la luz visible, en mucha menor medida que la radiación UVA, ha demostrado que puede influir en el aumento de sequedad y envejecimiento de la piel. En pieles oscuras, además, la luz azul induce la formación de manchas.
Es un hecho también que hasta el momento no se ha establecido en qué medida la luz visible es dañina en comparación con la UV. Igualmente, no se ha dimensionado el efecto de la luz azul “tecnológica” en comparación con la proveniente del sol: ¿es la luz de una pantalla tan potente como la solar? ¿tendrá los mismos efectos?
En mi opinión personal, prefiero prevenir, por eso uso y recomiendo aplicar protector solar todos.los.días, no importa si no me expongo al sol directamente, si hace frío, está nublado o llueve.
Fuente: Dra. Lorea Bagazgoitia – Dermatóloga
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